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El embarazo es una condición de la mujer que sin dudas se respeta en mayor o menor grado en todo el mundo. Pero en Cuba, atendemos con especial cariño a las necesidades de la mujer embarazada.
No es una cuestión de machismo ni de política de estado. Es un rasgo que, desde muy pequeños, está incorporado en la crianza de niños y niñas cubanos por igual. La protección a la mujer embarazada está, por supuesto, legislada como en otros países. Pero al cubano le nace de forma espontánea y natural.
El compromiso cívico con la futura mamá
Un cubano protegerá a una embarazada de forma especial. Quién sabe si por el amor que profesamos a la familia. Quizá porque nos recuerda a nuestras propias madres, porque pensamos en esa esposa que nos ha dado hijos, o bien porque —en el caso de las mujeres— rememoran ellas las penurias que representan esa etapa de sus vidas, cuando trajeron al mundo a su propio bebé.
Nuestro José Martí decía de la infancia “Porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo”. Esta es una máxima que en Cuba todos conocemos de la lectura de “La edad de oro”, enseñanza perenne en las escuelas primarias.
Quizás extendemos esta enseñanza a las mujeres embarazadas y por ello es una práctica cívica que todos respetamos al cederle el asiento en la guagua, sin importar que sea los que están delimitados para embarazadas y personas con discapacidad. Quizás por ello es una ley no escrita que las embarazadas no tienen que hacer cola, sin importar lo larga que esta sea.
Donde quiera que llegue, una mujer embarazada siempre tiene preferencia, sea un centro de salud, una tienda, una parada del transporte público. Esto no se discute: ellas siempre pasan primero, allí a donde vayan.
La sociedad y las leyes protegen a la mujer embarazada
En los últimos 60 años, mucho se ha legislado y aún se legisla sobre la protección a la mujer gestante.
La Ley de Seguridad Social de 1963 fue quien inició este camino, profundizado en 1974, incluyendo la licencia de maternidad pagada en los seis meses antes del parto y los doce siguientes al mismo. Otra medida estipulaba el receso obligatorio del trabajo a las 34 semanas de gestación. Estos derechos se ampliaron en el 2003 y posteriormente en el Decreto-Ley 56/2021.
Pero las disposiciones no se limitan al aspecto laboral, sino que incluye todo lo relacionado a la salud de la gestante. Existe el llamado Programa Materno Infantil, de alcance nacional, que presta particular atención a la mujer durante toda su gestación. Este incluye la hospitalización de la embarazada en situación de riesgo, y el acceso gratuito a todos los medicamentos, cuidados y procedimientos médicos necesarios.
Incluso en tiempos duros como los vividos durante la pandemia, los bajos valores de mortalidad materna hablan de lo mucho que protege el sistema de salud a las futuras madres. Amén de lo que hace el gobierno, pienso que es cada cubano, contribuyendo con su pedacito de amor y civismo, quien ayuda a que nuestras embarazadas se conviertan en felices madres.